Para producir leche orgánica son necesarios granos orgánicos. Y a medida que más personas optan por la leche orgánica, crece el mercado para el cultivo de granos que sean utilizados para el consumo animal. Sin embargo, adoptar métodos orgánicos no es un proceso simple ni barato para los agricultores.
Es por ello que un equipo de investigadores de la Universidad Penn State y de la Universidad de New Hampshire
condujo un estudio de cuatro años sobre las prácticas económicas y
agrícolas involucradas en esta transición. Mediante el estudio de
cultivos reducidos y cultivos de cobertura, los investigadores pudieron
explicar algunas de las dificultades que un agricultor debe enfrentar
para producir granos orgánicos; y fueron todavía más allá sugiriendo
algunas posibles soluciones a los dilemas planteados.
Uno de los problemas surge en el sistema de cultivo reducido. En este
caso el agricultor no ara tanto el terreno y las malas hierbas se
apoderan de él. Algunas de ellas son muy difíciles de controlar en
plantaciones perennes como el cardo de Canadá y la campanilla.
Los investigadores sugieren que arar la tierra intensamente de vez en cuando podría reducir la población de malas hierbas.
Otro problema radica en el coste del estiércol y de los abonos. Los
fertilizantes pesados necesitaban ser transportados a un alto costo. Y
ello sin mencionar todos los combustibles fósiles quemados en el transporte.
Según los investigadores, los agricultores deberían intentar integrar
los cultivos del campo con la producción de lácteos para evitar estos
costos. Un agricultor que siembra granos para el consumo animal
debería contar con su propia producción láctea o unirse a una granja
lechera de los alrededores. De esta forma, los fertilizantes para los
cultivos y el alimento para los animales estarían cerca. A una distancia
menor, los costos del transporte son también menores.
Al finalizar el experimento, los investigadores no observaron grandes
diferencias entre los beneficios obtenidos por el cultivo reducido y el
intensivo. Pero parece existir una tendencia de mayores ganancias en
este último.
El experimento fue llevado a cabo entre los años 2003 y 2007, en la
región central de Pensilvania. Fueron utilizados dos campos, uno con
cultivo intensivo y otro con cultivo reducido. Los cambios en el
rendimiento de los cultivos, las poblaciones de hierbas malas y los
rendimientos económicos fueron medidos durante una rotación de tres
años. Cada año, las plantaciones se alternaron con maíz, soja y cultivos
de cobertura.
La investigación fue publicada en el Agronomy Journal.
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